Proverbios 18:10 "Torre Fuerte es el nombre del Señor, a ella correrán los justos y se pondrán a salvo"

jueves, 4 de octubre de 2007

Defendamos la Corona

Algunas personas se han quedado estancadas en el pasado y piensan que no es necesario cambiar. La Biblia nos enseña a entender las cosas que van a venir para que no estemos anclados en lo que pasó. Apocalipsis es un libro del porvenir que nos mantiene despiertos cuando la mayoría de las personas se están durmiendo.

Dormirse en la vida lo hace las personas que están desconectadas, inconscientes de las verdades espirituales. Dichas personas resultan muy peligrosas. ¿Cuántas personas han muerto en las carreteras porque un conductor se quedó dormido? Así ocurre en lo espiritual.

Apocalipsis es un libro de lo que viene, pero para que sepamos qué hacer en el presente y sepamos lo que van a demandar de nosotros esos tiempos. Al ser concientes de esas verdades, nos prepararemos de manera adecuada. Así como nos preparamos para la vejez (supongo), debemos prepararnos para los días del futuro y que no lleguemos en forma incompetente. Lo que somos hoy, lo seremos de forma amplificada mañana. Si hoy somos avaros, mañana lo seremos al doble o al triple. Tenemos que decidirnos hoy a hacer las cosas. No sabemos el tiempo que tendremos disponible por delante. Por eso Dios nos avisa de lo que viene.

Apocalipsis es un libro que habla del dolor que va a venir al mundo. Primero el dolor y luego la alegría porque iniciara el reinado de justicia de Jesús.

Apocalipsis 3:7-11 Es la visión futura para algunas personas que vivimos en este tiempo, de hecho una advertencia.
"Escribe al ángel de la iglesia de Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie puede cerrar, el que cierra y nadie puede abrir:
Conozco tus obras. Mira que delante de ti he dejado abierta una puerta que nadie puede cerrar. Ya sé que tus fuerzas son pocas, pero has obedecido mi palabra y no has renegado de mi nombre. Voy a hacer que los de la sinagoga de Satanás, que dicen ser judíos pero que en realidad mienten, vayan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado. Ya que has guardado mi mandato de ser constante, yo por mi parte te guardaré de la hora de tentación, que vendrá sobre el mundo entero para poner a prueba a los que viven en la tierra. Vengo pronto. Aférrate a lo que tienes, para que nadie te quite la corona.
(Apocalipsis 3:7-11)

Si en este momento falleciéramos y fuéramos llevados a la presencia de Dios, ¿tendríamos honra? ¿Estarían las joyas de nuestra corona completas? Este pasaje nos dice que la corona que no somos capaces de retener, pueda ser trasladada a otra persona.

En este mundo todo gira alrededor de la gloria y la alabanza que viene de alguien. Noten por ejemplo la cara del jugador que acaba de anotar un gol en un mundial. Pero esa gloria es de papel, lo importante es la gloria de Dios. ¿Él aplaudiría lo que estamos haciendo esta semana? No importa lo que dice quien está a nuestro lado, sino lo que dice Dios. La gloria que viene de Dios es lo único que vale. Al morir nuestros bolsillos van a estar vacíos, la cuenta del banco se va a quedar aquí. Todo lo terrestre es efímero. Hagamos de nuestra vida el tipo de vida que Dios puede coronar estando en su presencia.

Si desfallecemos por los problemas que tenemos, perdemos la corona, si insistimos en vivir en pecado, si continuamos viviendo a nuestra manera, si fallamos, etc., igual la perdemos. Y no podemos decir: “es que todos lo hacen,” y “es que a nadie le importa.”

Dios se acerca y nos dice en voz baja: A mí me importa.

Vendrá un tiempo en que alguien o algo va a tratar de venir a robar lo que es nuestro: nuestra corona. No la entreguemos, Lo que Dios nos ha dado, nos pertenece.

viernes, 28 de septiembre de 2007

La Oración

Jesús nunca enseñó homilética (ciencia de exponer la Palabra desde un púlpito) a sus discípulos, pero en cambio sí les enseñó a orar. Jesús quería que conocieran el poder de Dios para que ellos tuvieran poder con los hombres, porque de la oración se deriva el poder.

Hay muchas necesidades en la vida que solamente pueden ser satisfechas por Dios.
Pero para algunos, Dios no va a hacer nada hasta que no los tenga en Su Presencia.

Ahora bien, para que la oración “llegue” a Dios y se pueda ver a Dios obrando, debe contener dos ingredientes: la fe y el fervor. Las dos cosas deben ir de la mano. Si faltan, la oración es probablemente inútil.

Hay gente que ha tenido tantas derrotas en su oración que se la encargan a otros. Llegan a la conclusión, expresada o no de que no saben cómo orar. Entonces necesitamos entender lo que es la Fe y el Fervor y cómo funcionan en la vida espiritual.

Un hombre en peligro en la cima del volcán gritó: “Dios, por favor socórreme.” Esto es fervor, cuando todos los demás recursos se han agotado. Cuando clamamos con este tipo de fervor es cuando Dios escucha nuestras oraciones. En cambio, cuando hay apatía, Dios no escucha. Dios dice: ¿Para qué actúo, si no están realmente pidiendo que yo actúe? Les falta pasión y fervor.” Notemos que no necesariamente son gritos, fervor es estar a punto de ebullición.

Abundancia de pan y ociosidad en exceso, es lo que muchas veces aparta a la gente de Dios. Las iglesias más fervientes son las que padecen necesidad. Un ingrediente que Dios necesita para hacer los milagros es un corazón ardiente.

Lo que hizo que aquel hombre del volcán clamara con fervor, fue darse cuenta que sin Dios no podía hacer nada. Un acto de desobediencia o una serie de desobediencias nos puede colocar en el centro del cráter. Dios aún allí nos oye si clamamos con fervor.

Este hombre fue rescatado por su maestro que ya le había advertido de no ir allí. La historia nos hace resaltar la importancia de la seriedad y la sinceridad de la oración.

Lo que no podemos lograr por medios propios lo logramos a través de la oración.
Dios tiene que primero cerrarnos todas las puertas para que oremos con fervor. No importa la cantidad de palabras, la elocuencia, lo prolongado de las oraciones, lo dulce de la voz, lo bien establecidos que estén los puntos, lo bien organizados, la teología, nada de esto… Dios no mira si las rodillas tienden callos o los zapatos gastados. Lo único que hace que Dios se mueva es el fervor de la oración.

La contraparte del fervor es la conmiseración. Dios no escucha las oraciones (de lástima) de conmiseración por uno mismo.

Cuando David oyó cómo los filisteos (Goliat) blasfemaban a Dios, David le dijo al Rey “Yo lo voy a enfrentar”. Tenía fe y fervor. “Quién es este incircunciso que blasfema al ejército del Dios viviente” (fervor). “Yo me enfrenté con un oso y Dios me libró… también me librará” (fe).

Jesús enseñó: “Cree, y lo vas a recibir”, pero pidámoslo con fervor. Así como un cadáver no es un hombre, una oración fría no es una oración viva. ¿Y si Dios no nos responde? Ese es asunto de Dios.

Necesitamos la ayuda de Dios, no la del hombre. Decía un escritor respecto de David. “La incredulidad dice: no puedo alcanzarlo. La fe dice: ya lo tengo.”

Marcos 7:24-29 Es un gran ejemplo de fe y fervor:
Y levantándose de allí, se fue a los términos de Tiro y de Sidón; y entrando en casa, quiso que nadie [lo] supiese; mas no pudo ser escondido. Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se echó a sus pies. Y la mujer era griega, sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio. Más Jesús le dijo: Deja primero saciarse los hijos, porque no es bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. Y respondió ella, y le dijo: Sí, Señor; pero [aun] los perrillos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. Entonces le dice: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija.

Ciertamente son palabras duras, pero es una verdad espiritual. Debemos orar con el fervor de creer que una migaja de Jesús es suficiente.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Venciendo las Preocupaciones

Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
Filipenses 4:6

El número de personas preocupadas va en ascenso en todo el mundo al igual que las enfermedades sicosomáticas. ¿La razón? Las preocupaciones.

Cuando éramos niños nos dormían con una historia de hadas con final feliz, pero hoy en día nos vamos a la cama luego de escuchar las noticias y la gran mayoría de estas incrementan las preocupaciones.

Una figura de triunfo en la Biblia es el águila, un animal que es capaz de volar por encima de la tormenta. Aplicado a los humanos, ello significaría que podríamos ser capaces de remontarnos por encima de las circunstancias. Lo opuesto al águila es la gallina, un ave que no puede volar. No se ofenda, pero en este aspecto, tristemente actuamos como las gallinas frente a nuestros problemas.

Dios desea que tengamos control de nuestra vida. Muchas veces los problemas comienzan a ejercer presión y nos obligan a tomar decisiones apresuradas. Las preocupaciones son un fuerte generador de presión interna y no nos dejan asirnos a Dios a pesar de que los Salmos están llenos de la palabra: “Esperaré…”

En lugar de esperar, nos vienen a la mente preguntas y frases de urgencia: “¿Cómo le voy a hacer?,” “Es que es urgente,” etc. Ellas son el resultado de la presión, nos obligan a tomar decisiones YA y además acallan lo que es importante. Entonces las preocupaciones nos roban aquello que vale la pena.

En Filipenses 4:6 se nos indica que aprendamos a orar, que tomemos cada problema como una oportunidad de acercarnos a Dios y a usar esa situación para aprender a ser específico ante Dios. Ciertamente hay poder en la oración y no se diga en la respuesta de Dios. Desatemos dicho poder.

Algunos consejos para tratar de disminuir la presión de las preocupaciones:
1. Identificar el límite de lo que podemos hacer. Mucha gente vive fuera de ese límite, como los que piden prestado más allá de su capacidad de pago. Los límites, al igual que la medida de fe, son diferentes para cada persona. No deberíamos hacer nada que esté fuera del alcance de nuestra fe y además seamos congruentes con nuestra verdadera fe, no con la que creemos tener.

2. Determinar el límite de nuestra responsabilidad. Y es que muchas veces asumimos responsabilidades que no son propias, ya sea por presión externa o incluso por manipulación. De hecho no deberíamos asumir ni siquiera los problemas de nuestros hijos. Debemos educarlos y guiarlos en su crecimiento, si, pero no comprar sus problemas una vez que salieron de nuestra protección.

3. Si las preocupaciones sobrevivieron los puntos anteriores, debemos llevarlas en oración ante Dios y soltarlas. No es suficiente orar, sino en fe asignar el resultado a Dios. Con esto la responsabilidad de producir una solución favorable a nuestro problema que se salió de control, recae en Dios. No se trata de no hacer nada por el problema, se trata de hacer lo que esté en nuestras manos, pero sin "estresarnos" por el desenlace, el cual dejamos en las manos de Dios.

Y por supuesto, debemos dar gracias a Dios después de orar.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Sólo en Su Presencia

Muchas de las cosas que Usted realmente necesita sólo las puede encontrar en la presencia de Dios.

Muchas de las vidas a nuestro alrededor están secas. Así como a los maniquíes o figuras de cera, que no importa que tan bien estén hechos, les falta vida, así hay muchos creyentes hoy en día: sin vida espiritual.

La gente busca de mil maneras el tener vida: se enreda en relaciones indebidas, se la pasa viendo excesiva televisión para sentir la vida a través de otros, los jóvenes participan en deportes extremos, etc. Muchas veces lo anterior ocurre de forma inconciente, sin embargo ocurre para poder darnos cuenta que nos falta la presencia de Dios. Cuando todo lo mencionado, a pesar de las emociones fuertes que son capaces de despertar, no dejan más que sensación de hastío, de aburrimiento, de vacío, ya llegamos al punto en que podremos ser capaces de percibir lo importante.

¡Dios, Dios mío eres tú!
¡De madrugada te buscaré!
Mi alma tiene sed de ti,
mi carne te anhela
en tierra seca y árida
donde no hay aguas,
para ver tu poder y tu gloria,
así como te he mirado en el santuario.
(Salmo 63:1-2)

La verdadera necesidad es espiritual. Mientras una iglesia dependa de las cosas terrenas, no puede ser espiritual. La gente que cambia de iglesia porque no se sienten “llenos,” está equivocada. Ser creyente no es asunto de los domingos.

Los que transforman este mundo no son los que oyen de Dios, sino los que tuvieron una experiencia personal con Dios. Eso es lo que el pueblo necesita. La sequedad que mencionamos antes, es por falta de esa experiencia. No olvidemos que estamos en esta tierra para adorar a Dios, ya que es lo único que podemos darle, pero no se puede adorar lo que no se conoce.

Porque mejor es tu misericordia que la vida,
mis labios te alabarán.
Así te bendeciré en mi vida;
en tu nombre alzaré mis manos.
Como de médula y de grosura será saciada mi alma,
y con labios de júbilo te alabará mi boca.

(Salmo 63:3-5)

Las necesidades se suplen en Su presencia. Ni la comida en exceso, ni las drogas, o cualquier otro paliativo, sacian como Su presencia.

Se alegrarán el desierto y el erial;
la estepa se gozará y florecerá como la rosa.
Florecerá profusamente
y también se alegrará y cantará con júbilo;
la gloria del Líbano le será dada,
la hermosura del Carmelo y de Sarón.
Ellos verán la gloria de Jehová,
el esplendor del Dios nuestro.
(Isaías 35:1-2)

La risa es superficial, el gozo es profundo. Cuando la presencia de Dios está en nuestro espíritu, el gozo aflora y no requiere mayor esfuerzo la sonrisa, los rostros felices. Es un gozo que no depende de las personas que nos rodean o de las circunstancias. Debemos entonces enfrascarnos en una búsqueda insaciable de ese gozo que proviene de Dios.

¡Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles!
Decid a los de corazón apocado: «¡Esforzaos, no temáis!
He aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago;
Dios mismo vendrá y os salvará».
Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos y destapados los oídos de los sordos.
Entonces el cojo saltará como un ciervo y cantará la lengua del mudo, porque aguas serán cavadas en el desierto y torrentes en la estepa.
El lugar seco se convertirá en estanque y el sequedal en manaderos de aguas.
La guarida de los chacales, donde ellos se refugian, será lugar de cañas y juncos.
Y habrá allí calzada y camino, el cual será llamado Camino de Santidad.
No pasará por allí ningún impuro, sino que él mismo estará con ellos.
El que ande por este camino, por torpe que sea, no se extraviará.
(Isaías 35:3-8)

Aún el desierto de Kalahari, que es enorme, con un poco de lluvia reverdece y se pinta de colores. ¿Y de dónde obtendremos nosotros agua para nuestra sequedad interior? Jesús dice “yo soy la fuente de agua viva”. No nos confundamos, la iglesia no es la fuente, ni los hermanos, ni el pastor, sino Jesús.

Ir a la presencia de Dios requiere de esfuerzo, eso es cierto. No va a ser fácil buscarle, pero no nos debe detener nada, hay que pagar el precio. Él nos reparará el ser interior y como consecuencia, el exterior también será remodelado.

Así te bendeciré en mi vida;
en tu nombre alzaré mis manos.
Como de médula y de grosura será saciada mi alma,
y con labios de júbilo te alabará mi boca,
cuando me acuerde de ti en mi lecho,
cuando medite en ti en las vigilias de la noche,
porque has sido mi socorro
y así en la sombra de tus alas me regocijaré.
Está mi alma apegada a ti;
tu diestra me ha sostenido.
(Salmo 63:4-8)

Dejemos que Dios termine la sequedad espiritual.

miércoles, 15 de agosto de 2007

¿Qué Haces Aquí?

Allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Llegó a él palabra de Jehová, el cual le dijo:
—¿Qué haces aquí, Elías?
1 Reyes 19:9

Me siento bastante familiarizado con Elías en esta parte de la Escritura donde una mujer, Jezabel, lo está persiguiendo. Jezabel era una reina inclinada a otros dioses y esposa del rey Acab. Elías tiene que huir porque ella lo amenaza de muerte y debido a esto cae en una gran depresión.

En 1 Reyes 9:9 Elías se refugia en una cueva del monte Horeb y ahí toma la decisión de ocultarse. Uno de los primeros síntomas de la depresión es el aislamiento. Lo cual dista de ser una solución, por el contrario, la soledad hace pensar a una persona con problemas, cosas inadecuadas y erróneas.

Una cueva es un lugar sombrío. Estando en esa situación, llega Dios y le pregunta: “¿Qué haces aquí, Elías?”, no tanto como para averiguar sino queriendo decir: “Este no es tu lugar.”

Elías había perdido la confianza en Dios (o no estaría huyendo de Jezabel) lo cual no deja de sorprender, porque en un pasaje anterior había sido testigo del poder de Dios y había colaborado en la eliminación de los sacerdotes de Baal.

Al contestar a la pregunta, Elías manifiesta que todo lo que ha hecho hasta el momento ha sido en vano. Elías estaba sintiendo el fracaso.

Él respondió:
—He sentido un vivo celo por Jehová, Dios de los ejércitos, porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares y han matado a espada a tus profetas. Solo yo he quedado y me buscan para quitarme la vida.
1 Reyes 19:10

La primera lección que debemos aprender de este pasaje es que debemos ser fieles aunque no veamos resultados. Reflexionemos sobre esto: ¿Nos hemos mantenido fieles a pesar de que los resultados no han sido como los esperábamos?

El ejemplo de Elías nos muestra que debemos perseverar. La situación de Elías parecía sin remedio: A pesar de la demostración frente a los sacerdotes de Baal, el pueblo no se volvía al Dios verdadero. ¿Qué podía hacer un hombre contra miles?

La mayor parte de nuestros problemas tienen que ver con gente y normalmente llega un punto en el que decimos: “¡Ya basta!”

Jehová le dijo:
—Sal fuera y ponte en el monte delante de Jehová.
En ese momento pasaba Jehová, y un viento grande y poderoso rompía los montes y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Tras el viento hubo un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Tras el terremoto hubo un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego se escuchó un silbo apacible y delicado..
1 Reyes 19.11-12

Elías no necesitaba un ejército para destronar a Jezabel, o unas vacaciones, o una novia, o un mejor empleo, etc. Lo que necesitaba era plantarse frente a Dios. Elías ya conocía a Dios y sin embargo había fallado en asistir a su presencia. Y esa es la gran lección: muchas cosas que necesitamos, sólo podemos encontrarlas en la presencia de Dios.

Elías observa un gran viento, un terremoto y un gran fuego, pero Dios “no estaba" ahí, con lo que entendió que Dios no necesariamente utilizará las manifestaciones poderosas, el bombo y platillo. Dios le quería mostrar a Elías que continuara con su sencillo trabajo de cada día, sin esperar los grandes milagros.

Ciertamente no se trata de que Dios nos saque de un trabajo aburrido y mal remunerado, sino de estar en la presencia de Dios en ese trabajo. Recordemos que Dios siempre tiene una respuesta, aunque muchas veces no sea la que esperamos, pero es quizás porque Dios desea fortalecernos y hacernos crecer.

miércoles, 18 de abril de 2007

Obstáculo Para Seguir a Dios

Leemos en Lucas 18:18-25:
Un joven rico le preguntó, diciendo:
—Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
Jesús le dijo:
—¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino solo Dios. Los mandamientos sabes: “No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre”.
Él dijo:
—Todo esto lo he guardado desde mi juventud.
Al oír esto, Jesús le dijo:
—Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste porque era muy rico. Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo:
—¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Porque es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios.


¿Quién no desea tener dinero? Y sin embargo es riesgoso.

El joven del pasaje representa a las personas que no pueden seguir a Jesús porque están esclavizadas por las cosas materiales. Este joven era piadoso y deseaba conocer más sobre las cosas de arriba, si no, no hubiera preguntado a Jesús acerca de ello. Sin embargo había algo que le estorbaba y Jesús lo sabía (Dios sabe qué se antepone en nuestra vida para seguirle). El joven seguía y practicaba las leyes judías. Jesús le dijo en forma un tanto radical: "¡vende todo y dalo a los pobres!" ¿No se le pasó la mano? ¿Por qué no le dijo "vende la mitad" o "da un diezmo"? ¿Tenía que ser “todo”?. Esto porque Él sabía que los bienes materiales ocupaban el primer lugar de su vida y sabía que de no ser radical, este joven se vería estorbado una y otra vez. No se puede servir a Dios y a las riquezas a la vez. Uno debe decidir a quién va a servir.

Cada día vivimos más y más en una cultura materialista, aún cuando no vivamos en un país rico. Desafortunadamente para el Señor no hay obstáculo más grande para que la gente lo siga, que un corazón material. Haga una prueba: pregúntese qué ocurriría con su cristianismo si desaparecieran las cosas materiales que usted aprecia. La mayoría de las preocupaciones hoy en día tienen que ver con lo material. Los libros que más se venden tienen que ver con el dinero, etc. Y no importa si la gente es pobre o rica. El rico quiere más y el pobre también quiere más. La única distinción es el punto de partida, no el anhelo por más y más.

Es importante distinguir que tener dinero no es el obstáculo para seguir a Dios. El problema es cuando el corazón está en el dinero, cuando este gobierna nuestras vidas, cuando la confianza está en las riquezas materiales. En medio de una cultura así, ¿qué debemos hacer?

Primero, Dios nos quiere llamar la atención sobre algunas cosas. Somos ricos comparados con la gente que vivió en la época de los años cuarentas y cincuentas. Una persona de ese entonces nos vería con extrañeza si supieran lo que tenemos y que aún así nos quejamos. Por ejemplo los viajes duraban mucho más en los medios de transporte de entonces.

Segundo, no valemos por lo que tenemos, valemos porque aceptamos a Jesús. ¿Es usted de los que se sienten mal cuando se compara con el vecino? ¿Se siente pequeño cuando una persona no cristiana estaciona su Ferrari junto a su compacto viejito? ¡Error! El patrón de comparación es falso.

El amor al dinero es la puerta a la desgracia. El dinero nunca nos va a dar lo que promete, es como el diablo. Nos conducirá a deshonestidad y falta de ética. ¿Ha pensado cómo pueden orar para prosperidad de sus negocios, un hojalatero, un abarrotero que vende cigarros y alcohol y uno que vende ataúdes?

El argumento de que acumulamos riquezas porque tenemos que asegurar el futuro, es vano. Sin Jesús, no tenemos el poder de hacer eso. ¿Qué poder real tiene el dinero sobre nuestro futuro? Se puede prever algo, pero no se puede asegurar. Lo que estamos diciendo a Jesús es: “Espera, porque primero tengo que asegurar mi futuro con mi patrimonio, porque no confío en ti en ese aspecto.” Un creyente que sigue a Jesús, está en paz porque su confianza está en Él.

Debemos resistir la tentación de aumentar el amor por nosotros mismos, por las riquezas. Jesús enseñó claramente que cualquier excedente de bienes materiales que Dios le permite a los cristianos acumular deben ser usados de manera creativa para impulsar la Palabra de Dios. Si tenemos un extra, usémoslo para glorificar a Dios. Por ejemplo, no se pueden enviar obreros al mundo sin dinero.

Recordemos que Jesús invito a sus apóstoles a ser austeros. Cuidémonos del amor a las riquezas, porque nos va a desviar del verdadero camino. Oremos por tener a Dios en primer lugar. El hará la obra. No se trata de no trabajar, se trata de trabajar, no para ser ricos, sino para servir a Dios.

Pero Dios le dijo: “Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma, y lo que has guardado, ¿de quién será?”. Así es el que hace para sí tesoro y no es rico para con Dios. Lucas 12:20-21.¿En que banco esta invirtiendo usted? El valor de la persona es asignado por Dios, no por lo que posee. Así que coticemos con Dios.

jueves, 12 de abril de 2007

Perfil de Moisés

Moisés nació en una época complicada, en que Egipto era una potencia y además había orden de matar a todos los hijos de los hebreos. Muchas lecciones podemos derivar de su historia.

Un hombre de la familia de Leví fue y tomó por mujer a una hija de Leví, la que concibió y dio a luz un hijo. Al ver que era hermoso, lo tuvo escondido durante tres meses. Pero no pudiendo ocultarlo más tiempo, tomó una canasta, la calafateó con asfalto y brea, colocó en ella al niño y la puso entre los juncos a la orilla del río (Exodo 2:1-3)

Dice en el verso 3 que no podían ocultarlo más tiempo, no se aclara por qué, pero es una oportunidad única para observar un despliegue de fe al poner al niño en el Nilo, en las manos de Dios. Recordemos que el Nilo era un río peligroso debido a su tamaño y a los cocodrilos que lo habitaban. Aún así, la madre prefirió el río al riesgo de que cayera en manos de los sirvientes del Faraón. Al dejar de tener poder sobre el destino de los hijos, se requiere un acto de fe para confiar que Dios va a tomar el futuro de ellos en sus manos.

Continuando con la historia, la hija de Faraón encontró al niño. ¿No parecen demasiadas coincidencias? Es irónico cómo Dios envió al futuro libertador del pueblo hebreo a la propia casa de Faraón de donde salió en primer lugar la orden de exterminar a los niños hebreos. La mujer fue movida a compasión (¿quién logra esto sino Dios?), una mujer de la realeza que dándose cuenta de que el niño era hebreo, aún así lo tomó.

Una lección clara para nuestras vidas es que a pesar de estar en medio de un río infestado de cocodrilos (y fuera del río, otro tipo de cocodrilos, quizá peores) debemos confiar que Dios está moviendo las cosas para bien de nosotros. Aún el arreglo de que fuera la propia madre la que terminó criando a Moisés (y con pago). Notemos cómo Dios proveyó la educación, protección y manutención de Moisés, un niño que había sido condenado a muerte aún antes de nacer. ¿Qué se requirió para que Dios actuara así? La fe de la madre.

En aquellos días sucedió que, crecido ya Moisés, salió a visitar a sus hermanos. Los vio en sus duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de sus hermanos hebreos (Éxodo 2:11)

Observemos que Moisés nunca perdió su identidad. Siempre supo que era hebreo aún cuando vivía en palacio. Pudo haberse quedado ahí, pero él sentía algo que lo llamaba. No menospreciemos los deseos que Dios ha puesto en nuestros corazones. Debemos tener la claridad de saber quiénes somos y a quién pertenecemos.

Entonces miró a todas partes, y viendo que no había nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena. (Éxodo 2:12)

En el accionar de Moisés se percibe que no toleraba la injusticia y era un tanto enojón. Además, el hecho de que mató a un capataz quizá sólo con sus manos (no había armas de fuego en ese entonces), nos da indicio de que Moisés era probablemente un hombre fuerte.

Al día siguiente salió, vio a dos hebreos que reñían, y preguntó al que maltrataba al otro:
—¿Por qué golpeas a tu prójimo?
Él respondió:
—¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio?
Entonces Moisés tuvo miedo, y pensó: «Ciertamente esto ha sido descubierto».
(Éxodo 2:13-14)

¿Qué motivaba a Moisés a fungir como mediador? Dios le había dotado con un sentido de justicia. ¿Qué ha puesto Dios en nuestro corazón?

En cualquier caso, la actitud de Moisés fue errónea al realizar justicia por su cuenta. Dicho error le costó salir del palacio, pero Dios lo usó para su propósito. No importa que hayamos cometido errores en el pasado, Dios nos puede usar.

Moisés sería después juez y gobernador del pueblo hebreo, pero su primer intento como mediador fue un fracaso. Cuando nosotros tratamos de hacer el bien y las cosas no salen bien, nos retiramos y nos desanimamos. Aprendamos de Moisés que luego de este fracaso fue llevado al desierto a ser pastor de ovejas.

Cuando una persona va a ser llevada a hacer grandes cosas, su estilo de vida debe cambiar, la forma en que se vive, debe de cambiar. Moisés no podía servir bien a Dios con lo que había aprendido en el palacio de Faraón. En Madián aprendió a habituarse a las condiciones de pobreza y se habituó además a la contemplación y a la búsqueda de Dios (¿cuánto tiempo pasa en soledad un pastor de ovejas?). Gracias a ello, Moisés se volvió uno de los más cercanos a Dios. Y eso surgió en el desierto. Es en el desierto donde Dios trabaja con nosotros, así que no nos resistamos si Dios nos quiere llevar a Madián (al desierto). La corte de Faraón le había enseñado mucho a Moisés: cómo ser soldado, hombre de estado, etc., pero no le podía enseñar nada acerca del Dios verdadero.

Haciendo un trabajo poco relevante, pastoreando ovejas, Moisés encontró la zarza ardiendo. Estando en soledad, si no buscamos a Dios, todo se vuelve una mala experiencia. Por tanto, aprovechemos los tiempos de soledad y los tiempos en el desierto para buscar a Dios.

jueves, 15 de marzo de 2007

Conforme a Nuestra Fe

En Mateo 9:27-31 leemos:

Cuando salió Jesús, lo siguieron dos ciegos, diciéndole a gritos:
— ¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!
Al llegar a la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó:
— ¿Creéis que puedo hacer esto?
Ellos dijeron:
—Sí, Señor.
Entonces les tocó los ojos, diciendo:
—Conforme a vuestra fe os sea hecho.
Y los ojos de ellos fueron abiertos. Jesús les encargó rigurosamente, diciendo:
—Mirad que nadie lo sepa.
Pero cuando salieron, divulgaron la fama de él por toda aquella tierra.

Jesús venía de resucitar a una niña muerta, cuando lo interceptaron dos ciegos. Muchos de nosotros estamos ciegos, quizá no porque no poseamos el sentido de la vista, sino porque no podemos solucionar problemas, porque no podemos cambiar situaciones, o porque nos sentimos impotentes.

Estos hombres eran ciegos, pero no sordos o ignorantes. Sabían de la promesa de Dios a David. Por eso llamaron a Jesús: ¡Hijo de David!

Normalmente la gente primero quiere ver para poder creer. Estos hombres eran ciegos, así que eso quedaba descartado. Siguieron a Jesús todo el camino y aunque aparentemente Jesús no les hace caso, ellos persistieron. Aparte de la ceguera, se les aparece otro problema: Jesús no parece escucharlos. Parecía que estos dos eran amigos y se apoyaban mutuamente. A veces es difícil seguir a Jesús cuando parece que Él ni siquiera nos voltea a ver.

Ellos sabían de la Palabra, lo cual era notorio por sus voces: “Hijo de David.” Somos lo que comemos. La Palabra de Dios es alimento. Así que la fe es por el oir, y el oir, por la palabra de Dios (Romanos 10:17) Debemos tener cuidado con lo que oimos. La ceguera de estos hombres les ayudó a confiar en Dios. Era su última esperanza. La medicina de su tiempo no tenía cura para su ceguera.

Por otra parte, Jesús estaba ayudándoles a desarrollar su interés por Él. Seguramente los había escuchado desde la primera vez. Igual que Dios hizo esperar a Job para perfeccionarlo. Jesús tiene el poder para hacer las cosas, pero no las va a hacer a menos que tengamos fe. De hecho pasó la responsabilidad a los ciegos. Jesús va a hacer las grandes obras, pero a través de nuestra fe. Depende de que lo creamos.

Los ciegos no fueron a Jesús con dudas, ellos ya sabían que Jesús podía hacerles el milagro. Si Usted tiene dudas, aliméntese de la Palabra. Dios obra exclusivamente por nuestra fe y nos va a preguntar exactamente lo mismo que les preguntó a los ciegos.

La respuesta de Dios es clara: “Conforme a vuestra fe os sea hecho”.

jueves, 18 de enero de 2007

Rendirnos a Dios

Por lo tanto, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro verdadero culto (Romanos 12:1)

En los siguientes años Dios va a levantar un pueblo de adoración. Dios está buscando adoradores que le adoren en espíritu y verdad. Yo quería hacer todo para el Señor, pero entendí que antes que otra cosa Él quería que yo fuera un adorador. Lo que más le agrada a Dios es que nos rindamos a Él, antes que trabajemos. Él puede tener un regimiento de obreros, pero le faltan adoradores. Es interesante reflexionar que si Dios está buscando, es que no se encuentran con facilidad. Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales adoradores busca que lo adoren (Juan 4:23)

La adoración requiere de algo que no es fácil de dar: un corazón rendido. Adoración y entrega van de la mano. Toda la obra de Dios comienza con un hombre o mujer que ministra a Dios y esto es equivalente a adorar a Dios.

Rendición no es fatalismo, excusa para la pereza o aceptar el estado actual de las cosas. Cuando yo me rindo a Dios, yo sacrifico mi vida, estoy dispuesto a sufrir para cambiar lo que es necesario modificar para servir ante quien me rindo. Cuando alguien, al ser asaltado, dice "¡me rindo!", indica que ya no va a oponer resistencia. En el mundo es sinónimo de perder, de derrota, de entregar todo.

Cuando nos rendimos a Dios indicamos que aceptamos que Él puede hacer con nosotros lo que quiera y a veces esto no es compatible con lo que queremos. Jesús no pide mucho, Jesús pide todo. El entregárselo es un acto voluntario.

Ser un verdadero adorador significa entregar cosas que amábamos, cosas que nos estorban para ser incondicionales a Dios. A veces se trata de sueños, que incluso pueden ser positivos, pero que causan estrés o consumen la vida. Cualquier pasión que pone a Jesús en segundo lugar, se convierte en idolatría. Tenemos un ejemplo de esto cuando Pedro y los apóstoles estaban pescando una noche, pero no habían conseguido nada (y esa era su profesión). Jesús les dice que echen las redes. Pedro, mostrando rendición, obedece, aún cuando no tenía sentido la instrucción para un profesional como él. El resultado fue un éxito rotundo.

Cuando alguien ha aprendido a rendirse, simplemente obedece, no discute, ni pregunta "¿por qué?" Dios no es difícil de agradar, lo difícil es convencernos nosotros mismo a obedecer.

Cuando no nos hemos rendido, es cuando aún queremos el control, o queremos manipular. Una de las cosas que no podemos controlar es la voluntad de otra persona. Una persona entregada deja de pelear por el control (y esto incluye el de la TV)

Obstáculos que no nos dejan entregarnos a Dios:
El primero es el orgullo. Es el más difícil. Se refiere a una persona que se sienta en el trono. En el capítulo 3 de Génesis, el Diablo le dice a Eva que será como Dios si come de la fruta prohibida. Desde ese tiempo, el hombre (y la mujer no se queda atrás) quiere ser el director de su propia vida. Cuesta trabajo admitir que somos meras criaturas. Un hombre orgulloso desea que se le trate como a Dios.

¿Se puede vencer el orgullo? Claro, siendo humildes. Una persona orgullosa es autosuficiente. Reconocer que necesitamos de otros y primeramente de Dios es un principio de humildad. Lo cierto es que nunca seremos como Dios, esa fue una mentira del Diablo.

Los golpes al orgullo son más difíciles de olvidar que los golpes físicos. Las personas que Dios más usa son las que reconocen humildemente que lo necesitan a Él. Muchas de ellas batallaron mucho para aceptar este hecho. Había una vez un predicador que buscaba almas, pero su única habilidad era la de dormir al publico. Un día hizo un viaje a Inglaterra para buscar a un famoso predicador (Spurgeon). No logró aprender nada durante el servicio. Por la noche, caminando, encontró a un predicador callejero que decía "El mundo aún no sabe lo que Dios puede hacer con alguien que se rinde a Él". En ese momento Moody, entendió y se rindió. De regreso en los Estados Unidos, en su primer mensaje todos los inconversos se entregaron a Dios y los conversos se mantuvieron despiertos. A partir de ahí Moody fue un gran predicador.

Pensemos qué necesitamos entregar para rendirnos. La persona orgullosa es contenciosa, la que se rinde es apacible.

Los otros dos obstáculos son el temor y la confusión, pero estos serán tema de otra entrega.