Proverbios 18:10 "Torre Fuerte es el nombre del Señor, a ella correrán los justos y se pondrán a salvo"

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Venciendo las Preocupaciones

Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
Filipenses 4:6

El número de personas preocupadas va en ascenso en todo el mundo al igual que las enfermedades sicosomáticas. ¿La razón? Las preocupaciones.

Cuando éramos niños nos dormían con una historia de hadas con final feliz, pero hoy en día nos vamos a la cama luego de escuchar las noticias y la gran mayoría de estas incrementan las preocupaciones.

Una figura de triunfo en la Biblia es el águila, un animal que es capaz de volar por encima de la tormenta. Aplicado a los humanos, ello significaría que podríamos ser capaces de remontarnos por encima de las circunstancias. Lo opuesto al águila es la gallina, un ave que no puede volar. No se ofenda, pero en este aspecto, tristemente actuamos como las gallinas frente a nuestros problemas.

Dios desea que tengamos control de nuestra vida. Muchas veces los problemas comienzan a ejercer presión y nos obligan a tomar decisiones apresuradas. Las preocupaciones son un fuerte generador de presión interna y no nos dejan asirnos a Dios a pesar de que los Salmos están llenos de la palabra: “Esperaré…”

En lugar de esperar, nos vienen a la mente preguntas y frases de urgencia: “¿Cómo le voy a hacer?,” “Es que es urgente,” etc. Ellas son el resultado de la presión, nos obligan a tomar decisiones YA y además acallan lo que es importante. Entonces las preocupaciones nos roban aquello que vale la pena.

En Filipenses 4:6 se nos indica que aprendamos a orar, que tomemos cada problema como una oportunidad de acercarnos a Dios y a usar esa situación para aprender a ser específico ante Dios. Ciertamente hay poder en la oración y no se diga en la respuesta de Dios. Desatemos dicho poder.

Algunos consejos para tratar de disminuir la presión de las preocupaciones:
1. Identificar el límite de lo que podemos hacer. Mucha gente vive fuera de ese límite, como los que piden prestado más allá de su capacidad de pago. Los límites, al igual que la medida de fe, son diferentes para cada persona. No deberíamos hacer nada que esté fuera del alcance de nuestra fe y además seamos congruentes con nuestra verdadera fe, no con la que creemos tener.

2. Determinar el límite de nuestra responsabilidad. Y es que muchas veces asumimos responsabilidades que no son propias, ya sea por presión externa o incluso por manipulación. De hecho no deberíamos asumir ni siquiera los problemas de nuestros hijos. Debemos educarlos y guiarlos en su crecimiento, si, pero no comprar sus problemas una vez que salieron de nuestra protección.

3. Si las preocupaciones sobrevivieron los puntos anteriores, debemos llevarlas en oración ante Dios y soltarlas. No es suficiente orar, sino en fe asignar el resultado a Dios. Con esto la responsabilidad de producir una solución favorable a nuestro problema que se salió de control, recae en Dios. No se trata de no hacer nada por el problema, se trata de hacer lo que esté en nuestras manos, pero sin "estresarnos" por el desenlace, el cual dejamos en las manos de Dios.

Y por supuesto, debemos dar gracias a Dios después de orar.

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